A finales de los años 80 era una de las regiones más pobres de Austria debido a una economía obsoleta basada en la agricultura, con descensos poblacionales cercanos al 30%. Para crear empleo, se decidió establecer un concepto de desarrollo basado en el aprovechamiento de fuentes energéticas de origen renovable disponibles en el mismo municipio en sustitución de los combustibles fósiles.
Incluyendo el transporte, las necesidades energéticas por hogar ascendían a 3.500 €/anuales, lo que suponía la friolera de 35 millones de €/anuales para las casi 10.000 viviendas de la ciudad y alrededores (Güssing tiene 4.400 habitantes). Pero existía un recurso enormemente abundante en la zona y apenas utilizado: la biomasa disponible en más de 45.000 Has.
Se evaluaron entonces el consumo de energía y el potencial de ahorro, y todo empezó en 1991 con la producción de biodiésel a base de colza y una red de calor remoto basado en la biomasa. De esta manera Güssing solucionó su abastecimiento de energía térmica y de carburantes, pero faltaba la tercera pata: la electricidad, por lo que se decidió establecer una central eléctrica de biomasa.
En 2001 se ideó un nuevo y revolucionario tipo de central con el que permitir la descentralización de la producción eléctrica a través de un procedimiento de gasificación. Este proceso permite no sólo un elevado rendimiento energético, sino que además se puede generar simultáneamente corriente eléctrica y calor.
Creación de más de 1.000 empleos
El concepto de desarrollo sostenible implantado en esta región, junto con la disminución del 35% de los precios energéticos, ha atraído a más de 50 empresas, creando 1.000 empleos, de los que 140 están directamente relacionados con la energía. Además, reciben la visita de miles de personas al mes, sobre todo expertos y estudiantes, que van allí a comprobar con sus propios ojos lo que está ocurriendo.